Sencillamente, una Educación
Sexual es una educación de los Sexos y como tal Educación que es, es una
necesidad universal, debiendo ser plena y de calidad, la cual proporcione
valores, conocimientos, más ideas y menos diagnósticos a la vez que
herramientas para eludir situaciones no deseadas, además de eliminar prejuicios
y falsos mitos.
¿Es la Educación Sexual algo
de lo que no se pueda hablar? ¿Es algo peligroso, sucio, vergonzoso? ¿Es una
educación prohibida en el ámbito familiar y escolar; y que por lo tanto sólo es
permitida en círculos muy reducidos con personas que se suponen o creemos que
son de gran confianza?
Pues
no, no es todo esto. Es como bien se indica, educar en el ámbito de la
sexualidad, que no en lo genital, coital y reproductivo, ya que como he dicho
en otra ocasión, entender la Educación Sexual como este tipo de enseñanza, es
no entender nada.
A
diferencia de esto, es llamar a las cosas por su nombre pero con un lenguaje
acorde a la edad a la que nos dirigimos. Es alimentar el respeto a la
diversidad, a la igualdad, a eliminar los roles de género y sentar unas bases
para poder ser capaz de llevar a cabo todos estos contenidos en un futuro. En
definitiva, la idea es ayudar a que todos estos valores se cultiven desde muy
pequeños y continuar ampliando en educación sexual conforme pasan los años.
Además,
es obvio que en la realidad en la que vivimos, los medios de comunicación, los
anuncios publicitarios, las revistas, el cine, Internet, la fotografía entre
otros hablan de sexualidad y ello forma parte de toda persona humana, por lo
tanto, las familias, los colegios o los institutos, no pueden mantenerse a un
lado de todo esto como si con ellos o ellas no fuese la temática, sino que es
todo lo contrario. Es una obligación ayudar a niños/as y adolescentes a recibir
información profesional, con una actitud abierta y positiva sobre la
sexualidad.
La educación sexual es un
derecho cada vez más indispensable en nuestra sociedad. Debemos saber cómo
hablar, qué decir, qué hacer y en qué basarnos cuando llevemos a cabo
respuestas a todos estos interrogantes que se nos puedan plantear en un momento
determinado.
Es más, en la vida nos
esforzamos mucho por aprender cosas pero no tanto por saber ser feliz, ni
tampoco para entendernos con nosotros mismos y con los demás; en pocas palabras,
para aprender a amar.
Pilar Bernal Chinchilla
Sexóloga
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